Análisis The Elder Scrolls IV Oblivion Remastered: El regreso de un clásico de los RPG de mundo abierto que debes jugar (PC, Xbox Series X, PS5)

La llegada por sorpresa de The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered ya se ha convertido en una de las noticias del año. Así lo demuestra la enorme expectación que ha generado, con millones de usuarios en sus primeros días. Son muchos los jugadores que sienten una tremenda nostalgia por el RPG de Bethesda, pero también son muchos los nuevos jugadores que se han asomado a una entrega que apareció ya hace casi 20 años. La pregunta es: ¿ha llegado de la mejor manera posible?
Si hablamos de lo que plantea esta remasterización, como lo denominan sus creadores, sin duda nos encontramos ante una potentísima puesta al día. Esta versión corre a cargo de la desarrolladora china Virtuos, que se ha especializado durante años en la creación de varios ports (de hecho, actualmente está trabajando en Metal Gear Solid Delta).
El trabajo realizado es intenso, ya que aunque se mantiene la base del juego original, se han modificado modelados, texturas y animaciones para modernizar el clásico que muchos disfrutamos allá por el año 2006.

Así es Oblivion tras su intensa reforma gráfica
Aprovechando la potencia del Unreal Engine 5, se ha realizado una intensa reforma en todo lo que tiene que ver con el mundo de Cyrodiil, incluyendo entorno, edificios, personajes, vegetación, fauna… Todo lo que recordabas sigue aquí, pero con gráficos más actuales y una parcialmente reformada visión estética. Los tonos vivos del juego original se han sustituido por una iluminación dinámica más realista. En mundo abierto se aprecian multitud de detalles que antes simplemente no existían, pero es en las mazmorras y entornos cerrados donde más se vislumbra el impacto de los focos de luz y las técnicas de sombreado. Una hoguera ya no es simple foco de luz, sino que según el movimiento de las llamas así se proyecta la iluminación, incluyendo las sombras, dando dinamismo a cada escena.
La vegetación gana enteros en lo que se refiere a su densidad y viveza, mientras que el agua muestra efectos que antes simplemente no estaban ahí. No se trata de un trabajo que se resume en hacer que cada modelo suba de resolución sin más. Si observas detenidamente, te das cuenta de que la mayor parte de materiales han sido creados desde cero, manteniendo la estética original, pero llevándola a un nuevo nivel de detalle. Esto se observa en edificios, el interior de cuevas, los caminos en mundo abierto… pero también en los NPC y enemigos.

La variedad cromática se ha incrementado, así como los detalles, con insectos y partículas en el ambiente que añaden profundidad a cada escena. Todo esto combinado hace que Oblivion sea un videojuego más acorde a los estándares actuales, y por tanto disfrutable por nuevos usuarios. No obstante, y esto es fundamental para comprender esta versión, también supone una brillante manera de recordar aquello que vivimos hace dos décadas, ahora con una renovada óptica. En nuestro caso ha sido un ejercicio de nostalgia de lo más satisfactorio, porque hemos vuelto a un mundo que nos encantaba pero que ahora se magnifica con infinidad de detalles.
En lo referente al combate también hay importantes novedades, con la aparición de nuevas animaciones y efectos para nuestros ataques y hechizos. La cámara en tercera persona se ha mejorado en términos de posicionamiento para que resulte más actual. Asimismo, las conversaciones ganan en expresividad no solo por lo puramente técnico, sino porque se añaden nuevas animaciones y una detallada sincronización labial. La dirección artística en lo referente al diseño de NPC se mantiene intacto, con ese toque The Elder Scrolls tan inconfundible en forma de rostros peculiares y expresiones forzadas que no nos hacen olvidar que estamos ante un juego con una veintena de años.

Estas particularidades de diseño pueden chocar a los usuarios que lleguen nuevos y no conozcan la saga, pero para un veterano se convierte en el placer de experimentar el sabor añejo de este clásico en pleno 2025. Esto obviamente conlleva algunos inconvenientes. El principal tiene que ver con los abundantes bugs del juego original, que se han trasladado tal cual a esta versión. Al no existir un intento por modificar el código fuente, nos encontramos con los mismos problemas que Oblivion tenía en 2006, con saltos de animaciones, enemigos que no responden como deberían y momentos en la campaña mal diseñados que literalmente pueden dejarte atascado sin saber lo que hacer.
Por tanto, algo que deberás tener en cuenta antes de jugar es que todo lo bueno y lo malo del original está aquí. Y luego tenemos otro problema adicional: el rendimiento. Nosotros lo hemos jugado en PlayStation 5 y la optimización no está especialmente trabajada. En modo calidad la tasa de imágenes se muestra altamente inestable, con frecuentes bajadas especialmente cuando estás en mundo abierto. Dentro de escenarios cerrados, como cuevas, edificios o mazmorras, la situación mejora bastante, pero en estos momentos tampoco nos libraremos de algunas caídas de frames.

Por otro lado, los tiempos de carga pueden suponer otro inconveniente para disfrutar al máximo del título, no porque las esperas sean elevadas (en PS5 no nos ha parecido que lo sean), sino porque resultan muy frecuentes y aparecen cada vez que entramos en una nueva estancia. La carga de elementos cada vez que salimos a mundo abierto también genera situaciones en que vemos durante unos segundos cómo van apareciendo los distintos elementos y texturas hasta que se cargan completamente, algo que está lejos de ser lo más deseable. Eso aparte de un buen número de errores gráficos de lo más variopintos.
Siempre es una experiencia frustrante que un juego salga con estos problemas, pero también hemos de decir que tiene solución si Virtuos se pone manos a la obra mediante unas necesarias actualizaciones. En cualquier caso, el título es perfectamente jugable, pero queremos dejaros claro que no está exento de errores. Tras unas horas jugando optamos por el modo rendimiento en PS5, que nos ofreció una mayor estabilidad y suavidad, aunque los problemas citados seguían existiendo. Lo dicho: en un juego así, que supone el regreso de un mundo fascinante y una historia épica, es una auténtica lástima que estos defectos técnicos empañen el resultado.

Terminando por el aspecto visual, hay que destacar la renovada interfaz, que obviamente requería de un lavado de cara con respecto a la original. Podría definirse como más minimalista, porque mientras jugamos los indicadores de vida, magia y resistencia solo aparecen cuando sufren alteraciones. Del mismo modo, el radar de objetivos ahora se sitúa en la parte central superior y resulta más eficiente para orientarnos. Si vamos a los menús, el mapa del mundo ofrece información más completa y mejora su utilidad. La fuente de letra también se ha modernizado y podemos modificarla de tamaño para nuestra comodidad. Todo sin perder la esencia The Elder Scrolls, lo cual es digno de mención.
La jugabilidad que conocíamos, con lo bueno y con lo malo
El mayor peso de este remaster (y probablemente por eso se ha definido así y no como remake) está en la profunda reforma visual. La jugabilidad descansa en los cimientos que conocíamos, con muchos retoques, pero que en ningún caso suponen un gran cambio con respecto al juego original. Esto tiene sus pros y sus contras. Tal vez existan jugadores que estimen que los cambios son superficiales, mientras que otros preferirán una experiencia más cercana a la original. Lo que es innegable es que añadidos como la posibilidad de esprintar son muy bienvenidos, haciendo las rutas por mundo abierto mucho más satisfactorias que antes.

A la hora de combatir realmente no se aprecian grandes cambios, y es un aspecto controvertido, porque en la actualidad los sistemas de ataque y defensa han envejecido mal. Hay nuevas animaciones y una mejor reacción a los golpes, eso es positivo, pero las novedades no modifican el clásico. Los espadazos y hachazos son satisfactorios, así como levantar el escudo y practicar el tiro con arco. No obstante, se siente como lo que es: una experiencia de otra época. Otra vez, se ha preferido mantener este aspecto fiel al original, aunque a nosotros no nos hubiese importado que evolucionara.
Todo lo relativo a la exploración sigue como estaba, y es mejor así, porque Oblivion debe su razón de ser a la libertad que te otorga. Explorar y perderte por la provincia de Cyrodiil es lo que acabas recordando después de jugarlo. Completar la historia puede llevarte pocas horas si vas deprisa, pero en una partida completista puede alargarse hasta el centenar de horas, más si contamos con que se incluyen las expansiones originales. Hay muchísimas cosas por descubrir, incluyendo secretos y un buen puñado de misiones secundarias que incluso hoy en día apreciarás por lo elaboradas que son. Bethesda dejó aquí plasmado su ADN en lo relativo a crear experiencias profundas.

Siempre hay algo que descubrir, y es fácil salir a mundo abierto y tener que volver al menú para comprobar cuál era el objetivo de historia que tenías pendiente. Mientras vas a caballo, lo habitual es que te encuentres con una cueva pidiendo a gritos que la explores. Dentro, podrías hallar una llave, un libro oculto o simplemente vestigios a través de los que te puedes imaginar lo que ha ocurrido en un determinado momento.
Dicho esto, la trama es muy digerible. De hecho, se puede calificar hasta de vertiginosa, con una cadena de acontecimientos que tienen su detonante en los primeros minutos de juego, como un simple prisionero que escribirá su propio destino. Es una historia heróica, con épica, y de la que no conviene que sepas demasiado. De hecho, lo mejor de Oblivion no está tanto en su argumento principal como en sumergirte en su mundo y hablar con los lugareños. Algo increíble de este título es precisamente eso, que todo el mundo parece tener algo que contarte, con diálogos cuidados y sus propias historias personales. Hasta puedes persuadirlos dentro de un minijuego que sorprende lo adictivo que sigue siendo.

Las ciudades siguen tan despobladas como en 2006, y es algo que otra vez denota el peso de los años, pero repetimos: esto es un remaster y nunca quiso ser un remake. Podría haber sido algo diferente, pero Bethesda ha preferido optar por este camino, y así hemos de valorarlo destacando todo lo bueno y malo que se obtiene cuando se juega. Y una de las cosas más positivas es que el nivelado de enemigos se ha reformado. En el original, llevaba a situaciones surrealistas como que rivales de tres al cuarto pudieran fulminarte según progresabas. Ahora se ha optado por un camino intermedio, recogiendo cosas de Skyrim.
Básicamente, lo que se ha hecho es que a la hora de subir de nivel a tu personaje ahora tienen impacto tanto las habilidades principales como secundarias. Además, como la mejora de atributos depende de lo que los uses, se incorpora una docena de puntos de virtud por cada subida de nivel para que exista una distribución más personalizada. No es un cambio drástico, y ejemplifica lo que es este trabajo de remasterización, que en realidad retoca, pero no indaga realmente en ningún sistema crítico para la jugabilidad.

Entre otras novedades, que son cuantiosas, el creador de personajes presenta nuevos modelos y posibilidades de personalización. La dificultad ya no depende de un deslizador para ajustarla de forma precisa, sino que hay 5 opciones predefinidas, las cuales se diferencian en que los enemigos presentan distinta salud y causan más o menos daño. En cuanto al indicador de visibilidad, importante para el sigilo, en este remaster se muestra un ojo que se abre y cierra paulatinamente, proceso que era más abrupto y menos claro en el juego original.
Conclusiones
Debe quedarte claro: aunque en términos gráficos The Elder Scrolls IV: Oblivion Remastered tiene la forma de un remake, en realidad es muy acertado que se haya calificado como remaster, porque jugablemente sigue siendo el mismo juego y muchos sistemas centrales no han sido modificados. Dicho esto, existe un contundente trabajo detrás y merece la pena volver a cerrar los portales de Oblivion, o incluso descubrirlos por primera vez (siempre y cuando tengas en cuenta que vas a estar jugando realmente a un título con 20 años de antigüedad).

La puesta al día podría decirse que es suficiente, aunque con "peros". Uno de los fundamentales tiene que ver con el rendimiento. En el caso de PS5, hemos percibido una falta notoria de optimización, con altibajos en la tasa de imágenes y diversos errores gráficos que ensombrecen el resultado. No obstante, también es verdad que el mundo abierto de Cyrodiil se ve como nunca, y probablemente representa esa imagen idílica que teníamos sobre sus entornos, ahora reflejados con toda la majestuosidad que merecía. En ese aspecto, recorrer sus caminos, bosques, posadas, ciudades y mazmorras sigue siendo una experiencia única.
Si eres un veterano, te podrá la nostalgia, y si llegas nuevo probablemente te verás sorprendido por lo que este juego pudo hacer en 2006, con una trama que te arrastra hasta el final, unido a unas misiones secundarias inusualmente trabajadas para ser un RPG. El combate se siente desfasado y contiene los bugs originales, así como situaciones jugables propias de hace dos décadas. Con lo bueno y lo malo, sigue siendo Oblivion, y su regreso puede percibirse como una oportunidad para haber mejorado aún más (que podría haberlo hecho), pero el resultado no se puede decir que haya sido deficiente, y de hecho es un clásico que debes jugar.
Hemos realizado este análisis con un código para Playstation 5 que nos ha proporcionado Bethesda.

NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
Últimos análisis de PC, Xbox Series X y PS5




