El campo magnético terrestre, también conocido como geomagnético, es una fuerza invisible que envuelve nuestro planeta y actúa como un escudo protector contra las radiaciones solares y cósmicas. Este campo se genera en el núcleo externo de la Tierra, compuesto principalmente por hierro fundido en constante movimiento.
Una rotación que genera corrientes eléctricas a grandísima escala
Este movimiento crea corrientes eléctricas que, a su vez, producen el campo magnético que se extiende desde el núcleo interno hasta el espacio exterior, formando la magnetosfera. Una de las funciones más cruciales del campo magnético es desviar las partículas cargadas del viento solar, evitando que impacten directamente sobre la atmósfera terrestre.
Sin esta protección, la radiación solar podría erosionar la atmósfera y exponer la superficie terrestre a niveles peligrosos de radiación, afectando gravemente la vida en el planeta. Además, el campo magnético es responsable de fenómenos naturales como las auroras boreales y australes, que ocurren cuando las partículas solares interactúan con la magnetosfera, creando espectáculos luminosos en las regiones polares.
Un fenómeno que está cambiando y hace peligrar posibles misiones espaciales futuras
Recientes estudios han revelado cambios significativos en el campo magnético terrestre. Uno de los más destacados es el desplazamiento acelerado del Polo Norte magnético desde Canadá hacia Siberia en las últimas dos décadas. Este movimiento, que ha pasado de 50 a 35 kilómetros anuales en los últimos cinco años, afecta a sistemas de navegación globales, incluidos aviones, barcos y GPS.

Además, la Anomalía del Atlántico Sur (AAS), una región donde el campo magnético es más débil, ha sido objeto de estudio por parte de la NASA. Esta anomalía, que se extiende desde Sudamérica hasta el suroeste de África, representa un riesgo para satélites y naves espaciales debido a la alta exposición a partículas cargadas del Sol. Curiosamente, la AAS se está expandiendo y dividiendo en dos regiones, lo que complica su estudio y comprensión.
Además, estudios recientes han revelado que durante el período Ediacárico, hace aproximadamente 600 millones de años, el campo magnético de la Tierra era hasta 30 veces más débil que en la actualidad. Este debilitamiento pudo haber influido en la evolución de la vida compleja, al permitir una mayor entrada de radiación solar que alteró la composición atmosférica y oceánica, creando condiciones propicias para la diversificación de formas de vida.