La reciente prohibición del uso de baterías portátiles en varios vuelos comerciales ha encendido las alarmas entre los viajeros frecuentes. El detonante fue un incendio provocado por una powerbank durante un trayecto de Air Busan, que obligó a reforzar las normativas de seguridad a bordo.
Aunque el incidente no provocó víctimas, sí dejó en evidencia los riesgos potenciales del uso de estos dispositivos durante el vuelo, y las aerolíneas no han tardado en responder. Singapore Airlines ha sido una de las primeras en tomar medidas drásticas: a partir del 1 de abril de 2025, estará completamente prohibido usar baterías externas para cargar dispositivos a través de los puertos USB del avión o directamente durante el vuelo.
Esta restricción se extiende también a su filial de bajo coste, Scoot, y busca evitar sobrecalentamientos y cortocircuitos que puedan desencadenar emergencias en pleno trayecto.
Medidas desiguales según la región
En Europa, la noruega Norwegian ha optado por permitir que los pasajeros suban a bordo con baterías externas, pero prohibiendo expresamente su uso durante el vuelo. La decisión apunta a una estrategia preventiva, especialmente teniendo en cuenta la frecuencia con la que los dispositivos electrónicos acompañan a los viajeros y se conectan en cualquier momento del trayecto.
Asia es actualmente el epicentro de estas nuevas normativas. Aerolíneas como EVA Air y China Airlines en Taiwán, así como Thai Airways y Malaysian AirAsia, han vetado el uso de powerbanks durante sus vuelos desde marzo. Corea del Sur ha ido incluso más allá y ha extendido la prohibición a todos los vuelos de sus compañías nacionales, consolidando así una de las posturas más estrictas a nivel internacional.

En España, la situación es menos restrictiva, pero no exenta de condiciones. Iberia, por ejemplo, permite transportar baterías de litio dependiendo de su configuración y capacidad, siempre bajo supervisión. En este contexto, los expertos recomiendan a los pasajeros revisar cuidadosamente las políticas de cada aerolínea antes de volar. La disparidad de normas entre compañías puede generar confusión y complicaciones en los controles de embarque, por lo que la mejor precaución es informarse con antelación.